El 8 de septiembre de 1996, la afición zacatecana tuvo el privilegio de presenciar un encuentro especial entre Santos Laguna y Chivas en el Estadio Francisco Villa, un partido que quedó grabado en la historia del fútbol mexicano por su contexto y por la pasión que desbordó desde el primer minuto.

Ese duelo no fue uno más en la liga. Fue una batalla marcada por la garra, la estrategia y el fervor de dos equipos que, aunque se encontraban en etapas distintas de su historia, compartían una misma hambre de gloria. Santos Laguna, obligado a jugar fuera de su territorio por el veto al Estadio Corona, encontró en Zacatecas un hogar improvisado, respaldado por su fiel afición que viajó para alentarlos. Por su parte, Chivas, siempre acompañado de su enorme base de seguidores, llegó con la convicción de imponer condiciones y llevarse la victoria.
Desde el silbatazo inicial, la intensidad estuvo presente en cada rincón del campo. Jared Borguetti, se encargó de abrir el marcador al minuto 17´ con un disparo certero que estremeció las gradas. La celebración fue un estallido de emoción, un momento que reafirmó la capacidad de los laguneros para sobreponerse a las adversidades. Pero el Rebaño Sagrado no tardó en responder. Gustavo Nápoles a minutos finales de el encuentro emparejó el marcador, encendiendo aún más la contienda.


Cada ataque, cada contra, cada disputa por el balón era un reflejo del deseo de ambos equipos por hacerse con la victoria. La dirección de Alfredo Tena en el banquillo de Santos y la estrategia de Ricardo Ferretti con Chivas mantenían la tensión en su punto máximo, en un duelo de ajedrez donde cada movimiento era clave.
Las estrellas del fútbol no solo brillaron en la cancha, sino también fuera de ella. En las gradas, figuras emblemáticas del deporte acompañaron el espectáculo, entre ellos Claudio Suárez, el histórico defensa que dejó una huella imborrable en el fútbol mexicano, y Ramón Ramírez, un mediocampista excepcional que derrochaba talento en cada toque. La presencia de estos íconos no hacía más que aumentar la importancia de un partido que, más allá del resultado, se convirtió en un símbolo de lucha, estrategia y pasión.
Al final, el empate 1-1 dejó un sabor agridulce, pero también una promesa: Santos y Chivas volverían a protagonizar noches épicas, y el fútbol continuaría escribiendo historias memorables. Y aquella promesa ha llegado a 2025, cuando casi 29 años después, estos equipos se enfrentarán nuevamente en Zacatecas, esta vez en el marco de la Copa por el Bienestar.

El próximo 27 de junio, el Estadio Carlos Vega Villalba será el escenario de una semifinal de alto voltaje entre Santos y Chivas. No será un simple partido de pretemporada. Será un reencuentro con la historia, una oportunidad para que las nuevas generaciones revivan la emoción de 1996 y para que las leyendas que estuvieron en aquel duelo vean cómo el legado continúa.